La empresa de electrodomésticos Miró se encuentra en una mala situación, con un ERE (Expediente de Regulación de Empleo) a toda su plantilla de cerca de 400 empleados que serán reducidos en el caso de establecer acuerdos con otros compradores terceros. No obstante, la empresa intenta que los empleados no salgan tan afectados como ha ocurrido en otros cierres.
Buscando soluciones
Si se encuentran compradores muchas tiendas incluyendo la matriz central de la empresa podrán ser vendidas sin afectar a sus trabajadores, evitando de ese modo despidos en masa por cambio de administración y asegurando la continuidad en los negocios sin que haya pérdidas en la plantilla. Sin embargo, estos nuevos cambios administrativos no se reflejarán en los locales comerciales ni tampoco en su tienda online, por lo que los consumidores no notarán la diferencia, pues ambos campos trabajarán de manera normal y regular como hasta ahora. El objetivo no es vender la empresa para ser absorbida por una mayor, sino que se trata de un método anticrisis para volverla más fuerte o intentar que no desaparezca.
Un equipo preocupado
Los directivos de Miró aseguran que pondrán todos sus esfuerzos en que los cambios de directivos no signifiquen una renovación de platilla con personal nuevo como sucede en otras empresas, si no que mantendrá los empleos tanto como sea posible. Esto es algo que siempre ha defendido y que en esta ocasión tratará de fomentar de una manera más firme.
Con unos buenos compradores posiblemente la situación dé lugar a aquellos planes que quedaron a medio camino y que incluyen expandir la cadena de electrodomésticos alrededor de todo el país abriendo más de 30 nuevas sucursales. Esto habría significado la creación de más de 300 nuevos puestos de trabajo con inversiones de más de 20 millones de euros. Ahora solo falta esperar la llegada de nuevos compradores que inviertan en Miró para empezar de nuevo con lo que tenía planeado desde 2014.
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